«García. Vives. No te ejecutarán» (risas)

Ojo. La coma en el campo carátula está mal puesta. Debió ir entre García y Vives. «García, Vives», era lo correcto. Bah, lo correcto… Siempre hay un error de tipeo. Aun en las bromas. Resulta ser que García Vives se llama así en realidad: García Vives, sin coma. Es colombiano, de Pasacaballos, un pueblito costero al norte de Cartagena. Pero cayó preso en la Argentina en la primera vez que venía al país, más precisamente al día siguiente de su llegada. Lo condenaron en un juicio rápido. Pero cuando vio el papel que le llegó a la cárcel desde Tribunales se asustó. Pensó que lo iban a ejecutar. No sabía que en la Argentina no hay pena de muerte. Y así fue al día siguiente al tribunal. Tan asustado lo vieron que los empleados del tribunal decidieron hacer una broma y poner «García, Vives». Pequeño detalle que nadie observaría y si acaso alguien dijera algo ellos explicarían que se desprendió un pequeño trozo del techo y empujó la birome hacia la carátula y allí nació la coma en el lugar erróneo. De hecho en el expediente en papel así figura. Pero en la versión digital no. Una inoportuna llamada de un vendedor de cursos de inglés, casi como en la película El secreto de sus ojos, distrajo a uno de los bromistas y la coma volvió a su lugar natal real. No, Colombia no. Detrás del doble apellido del colombiano. «García, vives», lo saludaron al penado al despedirlo del lugar y decirle que el trámite había concluido. Sí, con una pausa entre un apellido y otro. Y una palmada en el hombro mientras los del Servicio Penitenciario le volvían a poner las esposas.