Alberto Fernández, «Olivosgate» y el «control de daños»

¿Reparación y paternidad? ¿O una inconstitucionalidad que le podría jugar a favor?

Todo junto y en un mismo día pareciera no ser casualidad. Inició con la promesa de pagar sus culpas vaya a saber cuándo y terminó con el chimento en TV de que será padre de mellizos. Entre medio, el presidente Alberto Fernández quizás encontró una fórmula que podría ayudarlo a zafar del problema. La única denunciada en el llamado Olivosgate que no es defendida por el abogado que sí representa a su pareja y los otros acusados pidió que se declare la inconstitucionalidad del famoso decreto 260 inaugural de la eterna cuarentena y con ello, santa solución. No habría delito ni culpa ni reparación. Sí, hablamos del famoso festejo de cumpleaños en la quinta de Olivos en plena época de restricciones ciudadanas y su incomodidad para el peronismo gobernante a solo tres semanas y media de las elecciones primarias.

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No haz lo que digo pero mejor tampoco lo digas

Confusión de Alberto Fernández en la acusación que le pesa por el Olivosgate.

La subterránea defensa del presidente Alberto Fernández en la causa por el festejo de cumpleaños de su pareja, Fabiola Yáñez, en plena cuarentena estricta del año pasado, omite un dato y confunde otro. A diferencia de cualquier ciudadano al que se denuncia por la violación de las normas atinentes al aislamiento para evitar contagios del coronavirus Covid-19 a él también se lo investiga en la Justicia por la presunta comisión del delito de abuso de autoridad o incumplimiento de sus deberes como funcionario público al ser el titular del Poder Ejecutivo Nacional (PEN) y emisor de la norma supuestamente inobservada. Pero además, y aquí lo principal, no se lo acusa de haber propagado un virus sino de haber violado las medidas adoptadas para impedir ello.

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Mirar al costado mientras las balas ¿pasan?

Alberto Fernández, en la mira judicial por las visitas a Olivos en cuarentena.

La foto es fortuita pero cae como anillo al dedo. Cuando vi el resultado de la captura de TV no era lo que planeaba. El tipo estaba mirando al costado. Y no escuchando una pregunta, como pareciera, sino hablando él. Seguramente enfocaba a alguien de la platea funcionaria. No precisamente a su pareja, Fabiola Yáñez, porque ella no estaba allí en el acto. Pero segundos después el presidente Alberto Fernández a ella culparía por el escándalo más incómodo de su gobierno y para colmo en campaña electoral: el infractor festejo de su cumpleaños en plena cuarentena. El de ella, no el de él, que bien podría haber sido algo parecido. Mientras él hablaba en público una nueva denuncia en su contra ya se había presentado en los tribunales de Comodoro Py y el fiscal a cargo del «Olivosgate», Ramiro González, ordenaba medidas de prueba que lo involucran. El Presidente bajo investigación.

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