¿Borgen o BorGendarmería? Cuando algo huele mal

Contraste entre la serie danesa de Netflix de moda y una denuncia doméstica.

Si hubiera ocurrido en Dinamarca seguramente habría ocupado un capítulo de una de las series de moda en Netflix en el mundo de la política vernácula. Pero ocurrió aquí y no pasa nada. Lo publicamos la semana pasada, con un título que quizás confundiera con la saga de carátulas con nombres curiosos que solemos coleccionar y distribuir en clave de humor en la sección respectiva de Juez y Parte. A partir de ahora quizás comencemos a llamarle como el neologismo de arriba: BorGendarmería. Hablamos de la serie Borgen, de escandaletes o avatares políticos en un país escandinavo, y la denuncia vernácula de la semana pasada contra el jefe de la Gendarmería, Andrés Severino, registrada en Comodoro Py por presuntas amenazas.

Tampoco se trata de quitarle mérito a este espacio y sus lectores. Mucho menos de buscar el escándalo o el impacto. Para eso publicaríamos algo del mundo de la farándula, como la denuncia del día siguiente del hijo del actor Tristán -sí, el del mismo defecto visual de Néstor Kirchner- contra el vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli. La reflexión viene a cuento de la escasa repercusión que tuvo la noticia elegida aquella vez, que no fue primicia de Juez y Parte sino en todo caso del Centro de Información Judicial (CIJ). A través de él nos enteramos el jueves pasado de la denuncia de un funcionario de la Auditoría General de la Nación (AGN) contra el jefe de la Gendarmería Nacional Argentina (GNA), Andrés Severino. AGN c/GNA, fue el título resumido.

El asunto es que ahora nos enteramos de nuestras fuentes judiciales que la denuncia del licenciado Agustín Vallerga fue ampliada por el secretario de Legales de la AGN, Juan Manuel Uncal Apraiz, quien pidió investigar si los «improperios y demás ofensas» presuntamente dichos por Severino a escucha del hombre de la AGN -y la consecuente amenaza que surge de la carátula- no fueron vertidos en realidad en perjuicio de los cinco auditores generales que aprobaron el cese de un convenio con esa fuerza de seguridad, como informamos oportunamente. Esto por cuanto fueron ellos quienes tomaron esa medida que motivó «las palabras de más» del jefe de los gendarmes, como lo calificó de inicio una fuente de la AGN. Ergo, ellos podían ser o serían los destinatarios.

Ellos (los auditores generales) son Jesús Rodríguez (presidente), María Graciela de la Rosa, Juan Ignacio Forlón, Alejandro Nieva, Francisco Javier Fernández, Gabriel Mihura Estrada y Miguel Angel Pichetto. La historia fue contada sucintamente la semana pasada: vencía un convenio de la AGN con la GNA para la seguridad de las instalaciones de la primera y la oferta que hizo esta última para la renovación superaba con creces y variaba en prestaciones lo que buscaba el organismo de contralor de las cuentas de la administración pública nacional. Se contrató a la Policía Federal por la mitad del valor y un par de horas antes del cambio de mando se produjo el diálogo telefónico que provocó este entuerto. «Una diferencia millonaria en menos», dice la ampliación de la denuncia, según pudo saber Juez y Parte.

¿Solamente la amenaza o algo más?

La adhesión de la propia AGN como institución a la denuncia de Vallerga – su rol «pudo haber sido ocupado por cualquier otra persona» que haya participado del recambio de fuerza de seguridad, dice la ampliación de la demanda- pone foco no solo en la amenaza por él denunciada sino también en el presunto abuso de autoridad en el que habría incurrido Severino, de apellido un tanto inconveniente para la materia tratada.

«El autor de esos amedrentamientos es un funcionario público cuyo deber principal es proteger a las personas, bienes e instituciones oficiales; deber que, claramente, se incumple cuando se propicia una amenaza de causar un daño», se afirma en la ampliación de la denuncia. La causa fue delegada por el juez Julián Ercolini al fiscal Eduardo Taiano antes de terminar su subrogancia en el juzgado 6 de Comodoro Py, el mismo despacho que ocupó durante un cuarto de siglo el flamante jubilado Rodolfo Canicoba Corral y que ahora está bajo la responsabilidad de la jueza María Eugenia Capuchetti.

No está claro para Juez y Parte qué daño propició el jefe de la Gendarmería en su contacto telefónico con Vallerga simplemente porque desconocemos sus exactos términos. Tampoco conocemos la «millonaria» suma del convenio caído y si hay algún negociado detrás. Pero casi seguro que en Dinamarca no se quedaría en el color verde tradicional de los gendarmes y sí maduraría. O así sucedería al menos en la ficción de Borgen, donde el periodismo también tiene su lugar. Recién terminé la primera temporada. Creo que hay dos más. Pero claro, la miro en Argentina y con ojos argentinos.

NdR: Perdón. El árbol me tapó el bosque. En Dinamarca sería imposible hacer un capítulo o toda la serie de Borgen con la más alta realidad política argentina, sencillamente porque para ellos correspondería al rubro ciencia ficción. Me refiero a que la vicepresidenta en ejercicio en la Argentina fue electa y asumió el cargo con una decena de procesos penales, un juicio oral ya iniciado por un presunto caso de corrupción (obra pública de Vialidad Nacional en la provincia de Santa Cruz) y otros cinco en la cola de espera porque ya concluyó la instrucción con la correspondiente acusación del Ministerio Público Fiscal (dólar futuro, Memorándum con Irán, Hotesur, Los Sauces y cuadernos).