El hombre de la agenda que quema: ¿Marco a Macri?

El ex secretario privado del ex presidente fue indagado en la causa de espionaje.

Se me cumplió el viejo sueño de pibe cronista. ¿Quién hubiera dicho que podríamos ver casi en directo una declaración indagatoria sin ser parte en la causa? Ventaja inesperada de la inesperada y letal pandemia del coronavirus Covid-19 y la cuarentena. Inicialmente me imaginaba esa escena en un acuerdo de ministros de la Corte. También en una reunión de Gabinete. Y por qué no en las audiencias de indagatoria de un caso importante que todavía está bajo investigación y no en la etapa de juicio. Para los espías es más fácil: pinchan los teléfonos, meten micrófonos o te chupan la charla desde una valijita en la calle. Bueno, ahora el indagado subió su declaración a la web y nos ahorró el trabajo. A los periodistas, no a los espías.

De espionaje hablamos y de una de las causas que más preocupan al ex presidente Mauricio Macri. Su secretario privado, Darío Nieto, fue indagado este martes vía zoom por el juez federal de Lomas de Zamora Juan Pablo Augé y pidió permiso para difundir el acto por las redes. Inmejorable. Nos ahorramos los intermediarios e interpretaciones. No respondió preguntas pero tampoco dejó de dar señales en lo que hace a la imputación que tiene encima. Y, como era previsible, cuestionó a los investigadores y a la causa en sí. Ahora será el turno de la ex vicejefa y ex jefe de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI, ex SIDE), Silvia Majdalani y Gustavo Arribas, respectivamente. Son tres causas en una. Con pruebas contundentes, al parecer, pero de validez discutible. De hecho Nieto cuestionó una de ellas bastante importante en su indagatoria. Dijo que le manipularon el celular y aparecieron allí llamadas que no hizo o recibió.

Juez y Parte sigue el caso casi sin publicar sobre él un poco por esos mismos reparos. Toda causa donde están de por medio los servicios de inteligencia -legales o ilegales- generaron siempre el reparo de este escriba, no tanto por dudas en cuanto a la veracidad de la información -que sí también- sino en su origen y en definitiva la validez de todo como prueba. ¿Es para hacer justicia real o justicia mediática del momento y por la coyuntura política? Este caso es un ejemplo y su juez inicial quizás resuma de la mejor manera el concepto.

Federico Villena era para el ahora oficialismo el malvado juez que había ordenado pinchar los teléfonos de la cárcel donde estaban los llamados presos K el año pasado. Ahora es tratado con benevolencia por el kirchnerismo en una audiencia parlamentaria de ratificación de su acuerdo como juez (sí, él también era trasladado) porque abrió la investigación que complica a Macri. En el medio fue apartado del caso por su doble rol de instructor y posible imputado de los delitos que investigó por orden de su tribunal superior, la Cámara Federal de La Plata.

Lo de Villena es lo más brutal, si se quiere el término. Pero el asunto está lleno de lagunas y misterios que generalmente terminan en un solo lugar: los servicios de inteligencia. No está claro si por sí mismos, a pedido, por órdenes o al mejor postor. Pero el final de eso ya fue visto en muchas causas: nulidad. El fruto del árbol venenoso le dicen. Y se han visto quienes lo critican y después lo usufructuan.

Las huellas y el ticket del pago a Telleldín

Lo de los servicios de inteligencia de Macri -que asumió como presidente aún procesado en una causa justamente por espionaje aunque él logró explicar y probar en el expediente su ajenidad, atribuida a su padre, con el que se supone esta peleado- no es muy distinto, creo, de lo que pasó en otros gobiernos. La diferencia ahora es que está registrado. ¿Quién dejó tantas huellas? ¿Por qué? ¿Para qué?

No está de más recordar que el primer juicio por el mayor atentado terrorista en la Argentina, aún impune, de la AMIA hablamos, permitió develar la verdad de la no verdad de la investigación oficial, a nivel judicial hablamos, a partir de un ticket de una confitería por un pago de 1996 exhibido ocho años después en un juicio oral y público. El ticket estuvo siempre. Pero apareció a la luz pública cuando alguien quiso, no antes. Y no hablo de la decisión política del entonces presidente Néstor Kirchner de relevar del secreto profesional a los espías que actuaron en el caso sino justamente de ellos: los espías.

NdR: El ticket en cuestión permitió probar la presencia de los espías en la zona del banco en la que el Estado le pagó a través de sus agentes de inteligencia una declaración falsa al primer y más prolongado detenido del caso AMIA y aún inocente Carlos Alberto Telleldín.