Fallo a favor de la candidata que tuiteaba de Malvinas

Es Sabrina Ajmechet, de Juntos por el Cambio, validada por la jueza Servini.
Las Malvinas, según Google Earth.

La jueza federal con competencia electoral en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), María Servini, resolvió «no hacer lugar» a una impugnación a la precandidatura de la historiadora Sabrina Ajmechet a una diputación nacional por una de las listas que competirá en la alianza Juntos por el Cambio en las elecciones primarias (PASO) del mes que viene. La postulante al Congreso había sido objetada formalmente ante la Justicia Electoral por el abogado José Eduardo De Luca a raíz de unos viejos posteos en sus redes sociales sobre las Islas Malvinas oportunamente reflotados al inicio de la campaña, dos semanas atrás.

«La ciudadana Sabrina Ajchemet no se encuentra incursa en ninguna de las inhabilidades previstas en los extremos dispuestos por el artículo 33 de la ley 23.298, cumpliendo la misma con todos los requisitos legales pertinentes exigidos en esta instancia procesal», dijo la jueza en una resolución firmada el jueves pasado a la que Juez y Parte tuvo acceso y en la que se reseñan los pasos que a la Justicia Electoral competen para validar candidaturas.

En cierto modo, Servini abre el paraguas para lo que eventualmente ocurra si la candidata es electa en base a lo que salieron a proponer desde la oposición los más lógicos para solucionar el ¿entuerto?: que la propia cámara de diputados rechace su asunción. Es que la magistrada citó y verificó el cumplimiento de los requisitos para ser candidata por parte de la historiadora, incluso su falta de antecedentes penales. Es decir, puede ser candidata. La semana pasada habíamos informado de algunas dudas al respecto en torno de la lista del Frente de Todos en la provincia de Buenos Aires.

«La creencia en que las Malvinas son argentinas es irracional, es sentimental» y «las Malvinas no existen, son de los kelpers» había escrito nueve años atrás Ajmechet en su cuenta de Twitter. El 27 de julio, dos días después del avispero levantado en las redes sociales con el recuerdo y tras el borrado de los tuits y un intento de explicación de la historiadora, el abogado De Luca pidió a Servini inhabilitar a Ajmechet «por su manifiestamente declarada oposición a la Constitución Nacional y Tratados Internacionales suscriptos por la Argentina».

Doctora en Historia. Certificado aportado por la propia candidata a la Justicia Electoral.

De acuerdo con el impugnante, las declaraciones públicas que Ajmechet hizo como «simple ciudadana» la «llevarían, en caso de ser electa y mantener sus declaradas convicciones, a realizar actos materiales en su función legislativa constitutivos del delito de traición a la patria o, en el mejor de los casos, a defraudar al electorado para obtener su nombramiento falseando su juramento», según consta en la causa.

La historiadora, también profesora en la Universidad nacional de Buenos Aires (UBA) integra la lista de Juntos por el Cambio por el sector liderado por la presidenta del PRO a nivel nacional, Patricia Bullrich, una de las tres patas de la ex Cambiemos. Pero le pegaron de izquierda y derecha y hasta ex aliados que fueron cercanos a Bullrich -al menos en funciones oficiales- como el ex director de Aduanas Juan José Gómez Centurión.

Título. La UBA certificó que Ajmechet completó sus estudios de Licenciatura en Ciencia Política en 2008.

Ajmechet explicó que el viejo hilo de Twitter ahora reflotado «intencionada y maliciosamente» tenía como objetivo «reflexionar sobre algunas cuestiones que forman parte de debates habituales en los ámbitos académicos argentinos», entre ellas el derecho a la autodeterminación de los habitantes de Malvinas, una cuestión básica en cualquier discusión de este tipo.

Quizás Ajmechet cometió «el pecado» de comentar en las redes sociales -no será la primera ni la última- lo que piensa sinceramente del asunto sin saber que un día sería candidata o podría llegar a ser diputada. Algo parecido en cierto modo y salvando las distancias entre uno y otro caso, a lo de «los pumas» que el año pasado lograban el mayor éxito del rugby argentino -vencer por vez primera a los imbatibles All Blacks neocelandeses- y a las pocas horas veían cómo alguien en la red del pajarito azul reflotaba barbaridades que habían dicho en ese mismo espacio casi diez años antes, casi adolescentes, sin saber que un día serían personajes públicos.

En el hilo de aclaraciones, la candidata de la lista encabezada por María Eugenia Vidal expresó su «enorme respeto» a los ex combatientes, dijo que la guerra «fue una locura de una dictadura que utilizó a parte de su población para perpetuar su existencia» y aseguró que en caso de ser electa defenderá «los intereses soberanos de nuestro país sobre las Islas Malvinas como marca la Constitución Nacional».

Twitter, el arma de doble filo

Enseguida le volvieron a llover los mensajes en contra y en uno de ellos el usuario @Carrous_el (M.Azcurra) le recordaba que hace solo un año ella había posteado lo siguiente: «Yo me pregunto si a todos los diputados la cuestión territorial de Malvinas le pesa más que la elección de las personas que viven ahí. No hay ninguno que crea que hay que soltar y dejarle las Malvinas a los falklanders (o como se llamen)?». ¿Y? ¿Está mal proponer ese debate?

Confieso que muchas veces reflexioné de la misma manera que la precandidata a diputada al pensar en Malvinas. Pienso ahora en la Patagonia casi despoblada y en su «poblamiento» (si cabe la palabra) casi convertida en tierra de oportunistas, como el Lejano Oeste norteamericano de las películas. En lugar de oro, petróleo. ¿Y las Malvinas no son parte de la Patagonia? ¿Acaso la provincia más austral no se llama Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur? ¿Quién es el pirata entonces? ¿No se remonta la historia a los pueblos originarios, incluso? ¿Qué hizo la Argentina con ellos? ¿Qué hacían y hacen ellos ahora? ¿No son los kelpers una suerte de pueblo originario millenial, 2.0?

No se me enojen los amigos patagónicos bien intencionados y de buena ley, que los conozco de a montones. Estoy pensando en voz alta. Pero no dejo de pensar en las dos cosas a la vez, como un todo, justamente porque son lo mismo si a la geografía nos atenemos: Patagonia y Malvinas. Y de intentar entender por qué en una ejercemos los argentinos soberanía, a la argentina, y por qué no en la otra, donde quienes la ejercen son los ingleses, a la inglesa. Y ojo que lo dice alguien apellidado Fernández Moores, ja.