Néstor y yo: diez años de su adiós y la «década ganada»

Pequeñas vivencias personales, profesionales y cívicas con el kirchnerismo.

Ojo la birome, Lucio. El sábado previo a las elecciones de 2007 Kirchner tuvo su asado de cábala en Río Gallegos. Foto: María Eugenia Cerutti.

Diez años pasaron de la muerte de Kirchner. Pareciera que fue ayer. Literal. Quizás porque ayer me adelanté de casualidad al recordar una anécdota con él sobre alineaciones de fútbol a partir de lo de Bruglia, Bertuzzi, Castelli, los tres jueces que recitamos de memoria. Recuerdo que la mañana de su muerte tenía pautado reunirme con Cristina Caamaño y así lo hicimos. No la conocía. Ya no me acuerdo si era viernes o domingo. Día de censo. Mis francos laborales eran viernes y sábado. Y era feriado. De ahí la confusión. Ah, fue un miércoles, me advierten y confirmo. Caamaño era la fiscal del caso Mariano Ferreyra, el militante del Partido Obrero al que una patota del sindicato ferroviario había matado una semana atrás durante una protesta en defensa de los trabajadores tercerizados. Espero que la ahora jefa de los espías no se enoje por la infidencia. Nada grave. Nada que ocultar. Transparente encuentro entre representante del Ministerio Público Fiscal y periodista en caso de interés público. Nada que ver con los encuentros de espías con periodistas ahora a la consideración pública. Otro día contaré mi experiencia con espías.

Al mencionarlo en la nota de ayer hice memoria y creo no haber tenido encuentros a solas con Kirchner, más allá de contadas ocasiones de coberturas de viajes o actos presidenciales en los que estaba yo con otros colegas. Revolviendo en los archivos de la compu encontré las fotos que me había compartido en aquel momento mi entonces compañera de trabajo María Eugenia Cerutti, enviada como yo por el diario Clarín. Fue el día previo a la elección general de 2007 en el asado de cábala que Kirchner nos dejó entrar a los periodistas que esperábamos fuera. Allí salgo apuntándole con mi birome Bic negra al pecho, no del lado del corazón, bajo la no muy atenta mirada del entonces jefe de los espías, Héctor «Chango» Icazuriaga. Alguna broma que habré hecho para caer simpático y hablar de cosas más serias. O alguna broma habrá hecho él con lo de «qué te pasha, Clarín», pero creo que ello aún no había sido patentado. Sí recuerdo yo haber escrito una nota broma cuando se conoció en mayo de 2019 la nominación del binomio hoy gobernante y la coincidencia del apellido. Fernández al cubo o Cristina, Alberto y yo, le puse de título.

¿Lo abrazo o le doy la mano? Sábado previo a las elecciones generales de 2007 en Río Gallegos. Foto: María Eugenia Cerutti.

Jamás me voy a olvidar de lo ocurrido unos pocos meses antes de ese año electoral 2007. Estadio techado de Río Turbio. Mitad de semana entre primera y segunda vuelta en la elección que terminó por ganar Fabiana Ríos en Tierra del Fuego, donde yo me encontraba. “Andá a cubrir un acto de Kirchner en Santa Cruz”, ordenó mi jefe en el diario Clarín. Ja, como si fuera tan fácil aunque sean provincias vecinas. «Los señores aviones atienden en Buenos Aires», le respondí. Conseguimos vuelo y auto igual con Juanjo Traverso, el fotógrafo, y allí fuimos. Promediaba la primera parte del himno y la luego presidenta y ahora vicepresidenta me detectó en la tribuna sin conocerme al otear el panorama, plagado de cascos mineros. Me tenía por la fotito mía que salía junto a mi firma, en las notas de Clarín. Eso supuse o quise creer. No nos conocíamos ni nos conocemos personalmente. Lo codeó a su esposo y el presidente buscó con sus ojos desviados mi calvicie allá en la tribuna de costado de no más de diez escalones. No sabía dónde meterme.

Ese año había pasado varias semanas en Santa Cruz por la cobertura de un largo paro docente y hasta Kirchner me había mencionado en un acto por un dato equivocado en una nota que al final no era tan erróneo. «Fernando Mores», me llamó. Ja ja. Me avisó una ex compañera de trabajo de la agencia DyN que estaba mirando las noticias. Yo estaba en Río Gallegos con el canal en el Mundial de Rugby que Los Pumas terminaron en el podio. Era mediodía. Aquel paro docente era un tema caro para los sentimientos kirchneristas y al parecer también de interés para el diario Clarín, que me envió allí varias veces porque no tenía un corresponsal fijo asignado pese a que hacía ya cuatro años que el presidente de los argentinos era un santacruceño y hacia allí viajaba él seguido. De hecho, como consecuencia de esa crisis renunció el vicegobernador electo (Carlos Sancho) que reemplazaba al ya renunciante gobernador electo (Sergio Acevedo) y así asumió un diputado el Poder Ejecutivo (Daniel Peralta).

La vigencia del legado de Néstor Kirchner - Infobae
La banda presidencial. Kirchner en el balcón de la Casa Rosada el día que asumió como Presidente, 25 de mayo de 2003. Foto: Infobae.

Busqué la nota para releerla y adjuntarla pero no la encontré. No, la de Río Turbio no. La del día que asumió el ahora hace diez años muerto como presidente de la Nación. 25 de mayo de 2003. El archivo digital de Clarín no me la muestra. A eso de las seis de la tarde me ordenaron ir a Plaza de Mayo porque tras el Congreso y el Tedeum Kirchner saldría al balcón que se había clausurado al pueblo luego de la partida de Fernando de la Rúa en helicóptero de la Casa Rosada. Había gente pero no tanta. Hacía frío y creo que lloviznaba. Igual me quedé con la imagen/pensamiento/reflexión de eso: un presidente que retoma el contacto con el pueblo.

Kirchner me caía simpático. Creo que por eso de provenir de una provincia tan alejada de Buenos Aires, amén de varias coincidencias en cuestiones políticas puntuales. Lo hubiera votado si hubiera habido segunda vuelta. Vaya paradoja esa campaña tuve que seguir a quien ganaría la primera vuelta pero se bajó del balotaje. Sí, Carlos Menem. Como Kirchner cuatro años después tuve que esforzar mi vista y tratar de determinar qué era lo distinto de color en el pecho del Presidente. Suponía que la banda presidencial. Pero era casi invierno y hacía frío. Por encima del saco Kirchner tenía puesto un sobretodo, creo recordar.

Mi idea de la crónica “de color” era reflejar lo que sentía y creía captar. Un tiempo de esperanza y reconstrucción tras el “que se vayan todos” y el fracaso de la Alianza. Y jugar con aquello de “el sol del 25 ya viene asomando”. Nada original, bah. La nota principal de «ayer asumió, bla bla» la escribiría otro, pero la mía al final fue bien adelante en la edición sino en la página 3, no recuerdo exacto. Al volver a la Redacción del diario miré la foto que acompañaría mi nota y allí la confirmación. Deliberado o no, supongo que lo primero, Kirchner se había sacado el sobretodo y tenía la banda presidencial por encima de su saco. Allí asomaba el sol de la banda presidencial. Lo había intuido a cien metros de distancia en la Plaza pese a mi miopía. Como pasaría al revés cuatro años después en el estadio de Río Turbio pese a su estrabismo.

Ronda de prensa informal. Al día siguiente Cristina Fernández sería electa presidenta pero Icazuriaga se agarra la cabeza. Foto: María Eugenia Cerutti.

Ya en 2007 se había conocido el caso Skanska y comenzaban a trascender las primeras denuncias de corrupción en su gobierno. Y a fines de 2008 ocho legisladores de la Coalición Cívica liderados por Elisa Carrió presentaban en Comodoro Py la denuncia que sería la génesis de causas que aún hoy se adosan a ella y que de una manera u otra son las que tienen en jaque a la vicepresidenta Cristina Fernández en la Justicia. Según las encuestas Carrió iba a vencer al Frente para la Victoria en la primera elección que tuvo que enfrentar Kirchner como presidente, las legislativas de 2005. No lo logró. Una tan oportuna como falsa denuncia contra su principal candidato en la influyente ciudad de Buenos Aires, Enrique Olivera, cuatro días antes de la elección frustró esa posibilidad y desplegó la alfombra para la «década ganada». El ahora presidente Alberto Fernández estaba ahí en la primera línea. Carrió aprendió la lección. Hizo denuncias con mejor información que la usada por el kirchnerismo y diez años después quien ganó la elección fue Cambiemos. ¿Y los espías, Lucio? La próxima.