Cuello y otros c/ TBA, un juicio corporativo

Vayamos por partes, dijo Jack el destripador.» Eso dice más bien un amigo mío puntilloso para distender con una broma la discusión difícil. No sé si es adecuado para este juicio, aunque en este fallo se trate apenas de una cuestión de honorarios. Por eso ocultamos algunas partes de la carátula, no por lo de los emolumentos sino por el fondo del asunto. Pero bueno, los fines humorísticos de esta sección en broma con carátulas así lo reclaman. Si se fijan bien, la demanda no sólo es de Cuello sino también de «otros».

Cuello accionó por la tortícolis. Es muy alto y se traslada en tren para ir hasta el club de básquet. Son un par de estaciones pero con eso alcanza, sobre todo si quiere mirar el paisaje suburbano por la ventana desde su altura deportiva. Pero los «otros» son Culotta, Espalder y Orehja. El tano Culotta, obvio, reclama por la dureza de los asientos. Es cuando consigue lugar más cómodo y descansa Cuello. Espalder la pasa mal viaje como viaje. Su problema es la columna vertebral de la demanda. Y el gitano Orehja no soporta la llegada a la estación. Un concierto peor que los de los Gipsy Kings. Es decir, Cuello puso la cara pero en realidad se trata de un juicio claramente corporativo.