Otra que Chocobar: este sí que es un juicio

Los de la mesa de entradas no sabían si era una especie de tartamudo o qué. Ojo. No les pasó solo a los de Tribunales sino también a los de la compañía de seguros cuando contrataron la póliza en su nombre. Allí recordaban cuando el mismo empleado tramitó en nombre del frigorífico el seguro para un empleado de apellido Seisdedos. Pensaban que era un bromista. Pero Juan Carlos ya estaba acostumbrado. «Tengo los dos nombres más comunes que puedan existir en el idioma español, pero eso sí, con doble apellido», le dijo en la primera cita a su novia y la conquistó. El asunto es que el trámite por su ausencia de ese fatídico lunes en el trabajo fue un engorre digno de Kafka. Para colmo por un choque. Estúpido, sí, pero choque al fin. Y tratándose de él… El expediente debió rehacerse por la esperable confusión en la carátula. Choque Choque s/choque. Hasta le abrieron una causa por intento de estafa. Al final, aclarados los entuertos, eso le jugó a favor. Terminaron pagándole el doble. Ni hablar del éxtasis en Cuba, donde fue de vacaciones tras cobrar la indemnización. Le decían «chico, chico», en lugar de Choque Choque. No escuchaba porque tenía los auriculares con Rubén Blades y Pedro Navaja a full: «La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida».