Ni 280 ni sentencia ni boxeo, pero igual: «no way, Cris»

La Corte rechazó los recursos contra el juicio a Cristina Kirchner. Los tres fallos.
Fotomontaje: Neus van der Javo

Mientras se exponen públicamente con mayor crudeza las diferencias políticas con el candidato que eligió para presidir el país tres años atrás, la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner recibió este martes doce golpes de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en todos los recursos que tenía planteados contra el juicio que se le sigue desde abril de 2019 por presunto delito en el ejercicio de la Presidencia de la Nación durante la década pasada por el supuesto direccionamiento de la obra pública vial en la provincia de Santa Cruz hacia el empresario Lázaro Báez.

Si fuera boxeo, como a lo que a veces lleva ella la política por su estilo confrontativo, podría hablarse de que en las doce peleas recibió nueve knock outs técnicos (KO técnico) y otros tres nocauts hechos y derechos, donde perdió el combate con un golpe letal. Si fuera una sola pelea y no doce, podría decirse que perdió nueve de los doce rounds en las tarjetas y que en los otros tres fue noqueada y, por ende, también perdidosa. En todos los casos, le dijeron que no es el momento para que intervenga la Corte porque todavía no hay sentencia. Es decir, para la Corte no hay pelea. O en todo caso está en desarrollo. Es el juicio que se le sigue por la llamada Causa Vialidad pero que aún no terminó.

Es que en tres de esos recursos la Corte respondió los argumentos de la defensa. Y en los otros nueve se remitió a ellos. Pero nunca aplicó el famoso y cuestionado artículo 280 del Código de Procedimiento Civil que permite rechazar in limine la apelación, sin más explicación. El famoso tema del 280 fue uno de los argumentos civilizados del kirchnerismo para cuestionar el funcionamiento del máximo tribunal. Aquí acompañamos los tres fallos de fondo, si se quiere el término, de lo dispuesto este martes por la Corte, pocos días antes del comienzo del alegato en el que el fiscal Diego Luciani probablemente pida para ella una pena de prisión de cumplimiento efectivo.

Pero no peleó ella sola en el Palacio de Justicia. La mitad del combate en la Corte, su rival de fondo en los últimos años, fue asumida por tres de sus sparrings o consortes de causa, según hablemos de boxeo o proceso judicial. Su ex ministro Julio de Vido, su ¿ex? ¿testaferro? Lázaro Báez y su ex secretario de Estado y primo de su fallecido esposo Carlos Santiago Kirchner. Ellos tenían seis apelaciones pendientes en la Corte. Ella, las otras seis. ¿El combate? Se sabe, la causa que se le abrió en 2016 por la obra pública vial nacional en la provincia de Santa Cruz en beneficio del repentino multimillonario Báez pero nutrida también con datos aportados en 2008 ante la Justicia por diputados de la Coalición Cívica.

¿Y por qué la comparación boxística? Se preguntará ello el lector. Ocurrencia de la casa por los doce recursos de queja firmados en el mismo día de manera unánime por los cuatro jueces que integran actualmente la Corte. Como la cantidad de rounds en una pelea. O como la cantidad de jurados en un juicio popular. Pero también por el curioso detalle de que uno de los jueces que la juzgan es jurado de boxeo.

En efecto, el juez Jorge Gorini, además de abogado que ejerce la magistratura en Comodoro Py 2002 y la docencia en los claustros universitarios, en sus ratos libres es jurado de boxeo y pone puntos a los contendientes de los combates que no se definen por KO sino al final de las doce vueltas. O asaltos, como también se le dice, para seguir las comparaciones con el caso penal que la tiene a CFK no solo en el banquillo de los acusados sino también en ese símil del ring side del cuadrilátero al que alguna vez Oscar Bonavena se refirió de una manera bien gráfica. «Cuando suena la campana, te sacan el banquito y uno se queda solo».

La frase completa del inolvidable Ringo, con agregados interrogativos que haremos en tono de ¿broma? entre paréntesis, fue la siguiente: «Uno tiene un representante o manager (¿los votantes?), un masajista que le ablanda a uno el cuerpo (¿los alcahuetes?), recibe consejos hasta del promotor (¿Néstor?), alguno se lleva más dinero que el propio boxeador (¿Lázaro Báez? ¿Daniel Muñoz?); pero lo cierto es que cuando suena la campana, te sacan el banquito y uno se queda solo».

Payaso. Biografía de Bonavena escrita por Ezequiel Fernández Moores.
( libros.periodistasviajeros.com)

Gorini -sí, el jurado de boxeo- escuchó de boca de Cristina -sí, la que está en el banquito de los acusados- el arrogante final de la acusada en el final de su declaración indagatoria, aquella vez y hace tiempo en el subsuelo de Comodoro Py, una semana antes de asumir la vicepresidencia de la Nación pero con el poder ya en sus manos y dominio.

«¿Preguntas? Preguntas son las que tienen que contestar ustedes«, les dijo al comienzo del juicio a los jueces tras un largo monólogo de defensa cuando quisieron saber si respondería a los requerimientos de acusadores y defensas. Recordamos: Cristina era/es la del banquillo de los acusados o el banquito de Bonavena; en ese momento, «la indagada». Gorini era/es uno de los tres jueces que la juzga y el jurado de boxeo. Fue el mismo día en el que ella sentenció: «La historia ya me absolvió». No fue el mejor comienzo. Ahora se acerca el final. Y la palabra será de los jueces.

En lo medular, los miembros del máximo tribunal dijeron que ella no fue juzgada en Santa Cruz por los mismos hechos (maniobra para pasar la causa a la más dócil justicia provincial), que la sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal (sí, la misma que integran dos jueces que se reunieron con Mauricio Macri en la Casa Rosada o la quinta de Olivos) era competente para intervenir en el caso por el tema de la incompetencia para la acción civil que corre en paralelo y que las pruebas incorporadas o rechazadas para el juicio fueron una facultad propia del Tribunal Oral en lo Criminal Federal 2 (TOCF2).