Pasó la cuarentena fuera, volvió y «uh, las expensas»

Aunque cueste creerlo hay juicios que, pese a las reglas, admiten en sus carátulas «nombres artísticos». Este sería uno de esos casos. O parecido. Y por un motivo increíble. Juan vivía apacible y tranquilo hasta que un día se declaró la pandemia y decretó la cuarentena. Decidió abandonar la ciudad e instalarse en el campo hasta que todo se normalizara. Pensó que serían unas pocas semanas, pero todo se extendió y se alargó y se prolongó por más semanas y más meses y hasta años. Al concluir el problema y regresar a su departamento se encontró con otro: una extraña cédula judicial dirigida a una persona que no era él pero allí estaba ella bajo su puerta. Se reclamaba el pago de las expensas de su departamento, que él había olvidado abonar durante su larga ausencia, recién se daba cuenta. La decisión del consorcio había sido tomada unos meses antes. «Bueno, punto 2. Deuda por expensas del cuarto be», dijo la administradora del consorcio de propietarios. «¿Al final cuánto debe?» preguntó el del 8vo A. «Un palito», saltó enseguida, seco y escueto, el del 6to A, el más ofuscado con el asunto pero a esa altura ya bastante escéptico. Tras un par de horas de debate entre los cinco presentes (record para el edificio), palito va, palito viene, se aprobó el inicio del juicio. La administradora, que había tenido otras ocho reuniones similares ese día y se la notaba un tanto cansada, anotó «deuda Sr. Palito, juicio 4B». La otra L y la otra T se las agregó el abogado porque supuso que así sería el apellido. Y por eso el recurso de queja. Ah, el «otro» de la carátula es otro palito por los punitorios.