Samid y su condena: de carne somos (¿o éramos?)

El matarife ya no tendrá salidas laborales tras ser descubierto en una parrilla.
Afiche. Así se promocionó una de las más emblemáticas películas protagonizadas por Isabel Sarli: Carne.

El Tribunal Oral en lo Penal Económico 1 (TOPE1) revocó este martes el permiso de salidas laborales que le había otorgado el año pasado al mediático empresario matarife Alberto Samid luego de ser descubierto una semana atrás en una parrilla por comensales informados de su condena a cuatro años de prisión por evasión de impuestos e indignados con su libertad. Pese al pedido de la fiscalía y la querella el tribunal decidió mantenerlo con el régimen de prisión domiciliaria y no devolverlo a la cárcel en virtud de su estado de salud.

La medida fue dispuesta prácticamente de oficio por los jueces Luis Losada, Diego García Berro e Ignacio Fornari tras la difusión pública de las imágenes que mostraron al conocido matarife y simpatizante peronista en plena comilona de un asado en una parrilla cercana a su domicilio en Ramos Mejía cuando se suponía debía estar trabajando en el Mercado Central o en tránsito desde ese lugar a su casa. Las imágenes tomadas por una mujer que también almorzaba en ese lugar, elocuentes e indubitables, fueron el elemento central que llevó al tribunal a revocarle el beneficio de salidas laborales.

Lo que llamó la atención -al menos de este cronista- fue advertir en la resolución del tribunal que Samid no es un cuentapropista sino que trabaja en relación de dependencia y que los jueces fueron un tanto impiadosos con el prestigioso médico que a pedido de la defensa describió el cuadro de salud del condenado apenas un día después del incidente para justificar su traslado a un sanatorio tras el escándalo mediático que como siempre ocurre hoy día se disparó en las redes sociales.

De acuerdo con la resolución que se adjunta aquí encima, el empleador de Samid se llama Ganadera Chicago SRL, una firma con domicilio en la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca y dedicada a la «cría de ganado porcino en cabañas». Samid era conocido por su defensa de la carne vacuna y sus negocios de venta al público conocidos como «La Lonja», el principal de ellos en el porteño barrio de Constitución. Ese mismo día el autoproclamado «Rey de la carne» intentó un arrepentimiento insuficiente en su cuenta de Twitter.

En nombre del reo y el de Ganadera Chicago (no está claro esta última denominación si por la malafamada ciudad estadounidense o si por el club de fútbol asentado en el barrio porteño de Mataderos) se presentó en la causa Horacio Daniel Doublier, gerente de la firma, para informar al tribunal que «le Señor José Alberto Samid, DNI 7.794.340, el día 21 de junio del corriente año, a desempeñado sus tareas de gestión de compras y ventas, realizando el recorrido requerido para tal tareas, rindiendo las mismas al cierre de la jornada laboral».

Los errores del párrafo de arriba («le señor», «a desempeñado» y «tal tareas») así figuran en el entrecomillado citado en la resolución. Es decir, Doublier dio fe de que Samid había cumplido con las actividades para las que había sido autorizado a salir de su domicilio, pese a que el propio involucrado le había dicho el día anterior por teléfono a la inspectora de su prisión domiciliaria que el 21 de junio debió regresar del Mercado Central a su casa, con escala en la parrilla, porque había un paro en su lugar laboral y porque a raíz de ello le habían pedido llevar carne a ese comercio.

Dos pruebas mediáticas validadas

La parrilla, llamada Paja Rota, negó públicamente haberle encargado carne a Samid. Lo más curioso de todo es que el lunes 21 era feriado. Pero más raro es que el tribunal se haya apartado de los usos y costumbres en la Justicia y haya validado dos «pruebas mediáticas», como lo son las imágenes tomadas por la comensal de la parrilla y lo que los dueños de esta dijeron por las redes sociales. Porque si a los papeles vamos -insumo básico en el Poder Judicial- los jueces parecieron no darle mucha credibilidad a los de la defensa. Y aquí el otro dato que llamó la atención.

Al informar al día siguiente sobre la internación «de urgencia» de Samid, la defensa consignó el diagnóstico de Mariano Castex, un prestigioso y reconocido médico forense: «Trastorno adaptativo reactivo ansioso con indicadores propios de síndrome confusional. Indicios de involución incipiente de origen vásculo cerebral”. Y por ello se recomendaba «urgente control clínico general y contención psicoclínica, psicofarmacológica y psicoterápica, siendo recomendable la internación por su Obra Social”.

Pues bien, el voto del juez que lideró el acuerdo, Losada, habló de «un complaciente certificado médico expedido al día siguiente del episodio y sólo a partir de los dichos del imputado» y lo contrastó con lo sostenido por el fiscal Gabriel Pérez Barberá al dictaminar a favor de revocar el permiso de salida laboral y hasta el beneficio de la prisión domiciliaria. «Ese supuesto estado de confusión no se condice con las imágenes objetivas de su conducta en el citado restaurante como así tampoco con lo que informara al respectivo órgano de control», afirmó Losada.

Por el contrario, otro de los jueces, García Berro, sostuvo en base al diagnóstico del doctor Castex que «tampoco parecería aconsejable» mantener el permiso de concurrir al Mercado Central o cualquier otro lugar fuera de la casa de Samid porque «teniendo en consideración la particular sintomatología y los riesgos descriptos en dicho certificado (…) se tornaría incierto el cumplimiento de las condiciones oportunamente establecidas al otorgársele la autorización de salidas laborales».

El diagnóstico de Castex también había hablado de un «estado de hiperexcitación ansiosa y por momentos descontrolada», «inquietud significativa con taquilalia y acatisia» y «pensamiento confuso y por momentos incoherente en algunas manifestaciones» en «un paciente en altisimo riesgo actual de descompensación aguda psicosomática».

Igualmente, la resignación de Samid al irse de la parrilla en silencio con el plato aún con comida luego del «escrache» contrastó notablemente con su episodio público más famoso de dos décadas atrás, cuando golpeó e insultó con palabras discriminatorias y antisemitas al recientemente fallecido periodista Mauricio Goldfarb, más conocido como Mauro Viale.