Corte y traslados: observación, reflexión y preguntas

El titular del PEN habló este viernes de su par de la Corte y dos temas sensibles.
Fotomontaje sobre «Cristo abrazado a la cruz», obra del pintor renacentista El Greco. Autor: Neus van der Javo.

Atención lector: no encontrará en este texto novedosa información alguna sino apenas observación, reflexión y preguntas sobre cosas ya sabidas. Quizás una manera indirecta de preinaugurar un espacio que queremos dedicar en Juez y Parte a la opinión y el debate, para lo cual quedan todos invitados, a la espera de contar con material para tal menester. No seré original. Se trata del tema que dominó por estos días el ámbito político judicial -nuestro métier periodístico- y más allá de él también, protestas callejeras incluidas. Nos referimos a la situación de los tres jueces federales a los que el Gobierno sacó de sus sensibles puestos en Comodoro Py en un proceso tan eficaz y veloz como cuestionable legalmente desde su origen.

Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli ya están de nuevo en sus viejos puestos en tres tribunales orales. Pero consiguieron de ellos las licencias que se les habían retaceado desde la Corte y la Casación. Están pero no están. Aunque ya no intervendrán, al menos por ahora, en las importantes causas que pasan por la Cámara Federal de Comodoro Py con tanta repercusión en la política y la opinión pública. Y menos aún actuará Castelli, también por ahora, en el juicio oral contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner por el caso de «los cuadernos», un escándalo de presunta corrupción en sus gobiernos que, a diferencia de la mayoría de las causas y del promedio que duran, llegó a la instancia de determinar culpabilidades o inocencias y eventuales condenas y hace un año espera su juzgamiento.

Dos días atrás se informó en este espacio sobre el revuelo y las movidas de ajedrez que implicaron en despachos oficiales y no oficiales de varias dependencias -trabajo remoto mediante- la decisión del presidente de la Corte Suprema, Carlos Rosenkrantz, de convocar a un acuerdo extraordinario de ministros del máximo tribunal para el próximo martes con el objetivo de tratar el per saltum planteado por Bruglia y Bertuzzi en el marco del amparo judicial que promovieron para evitar ser corridos de los lugares que, en los hechos materiales, en la realidad inmediata, ya perdieron. Ellos dos y Castelli habían sido trasladados de cargos durante el gobierno de Mauricio Macri.

Los tres jueces en el aire y el torbellino ¡Rosenkrantz! titulóse la nota aludida con los signos de exclamación cual onomatopeyas de golpes en las peleas de Batman contra los malvados en la vieja serie de la TV que veíamos cuando éramos niños. Pero como justamente de niña poco y nada tiene la política no pasó inadvertida la inmediata intervención pública del presidente Alberto Fernández, obviamente leída como respuesta y parte del juego de ajedrez en el que Rosenkrantz había movido casi la única pieza que tenía.

A diferencia de otros colegas quizás más avezados no contamos aquí con información para adelantar de qué manera resolverá la Corte el caso de los tres jueces, pero es indudable que cada alusión pública a ella o sus integrantes, sobre todo desde los otros poderes del Estado o de la política en general, influye en mayor o menor medida sobre la decisión que tomen. Los grandes y pequeños medios no quedaron fuera del juego, incluso a través de metamensajes de los propios cortesanos. No está de más recordar que el planteo que la Corte discutirá es si se dicta una medida cautelar a favor de Bruglia y Bertuzzi para mantenerlos en los cargos que ya perdieron por la veloz jugada del Gobierno, algo abstracto.

La palabra presidencial y la cuestión de género

Fernández -el presidente, no la vicepresidenta- dedicó el viernes dos mensajes directos y sin ambages al máximo tribunal y su jefe protocolar. Primero fue en un acto público sobre políticas de género. Justo al día siguiente del escándalo de la política en el Senado con un diputado barrabrava, Juan Emilio Ameri, que en plena sesión virtual succionaba los pezones de su pareja ante los monitores de todos sus colegas y la gente que seguía el debate por TV. Y que será reemplazado en su puesto, tras su rápida renuncia, por una mujer identificada justamente por la lucha en la defensa de las políticas de género.

El presidente de la Nación encabezó por la mañana el acto de lanzamiento del programa Acompañar en cuatro provincias, destinado a contener a las víctimas de la violencia de género a partir de la llamada Ley Micaela. «Veo con preocupación que dos de los tres poderes han avanzado en implementar esa ley», dijo Fernández, y agregó: «esta rémora lamentable la tenemos en el Poder Judicial». «Le hemos pedido al presidente de la Corte que por favor se ocupe de tratar el tema y sólo recibimos silencio», completó Fernández.

Bien podría uno preguntarse si el Presidente de la Nación no le estaba preguntando a Rosenkrantz, mientras aún resonaba el caso del diputado Ameri: ¿Por qué convocás a un acuerdo extraordinario para lo de estos jueces que ya resolvimos y no lo hacés para implementar las políticas estatales contra la violencia de género en la Justicia?». La respuesta de la Corte -no a esta pregunta no dicha sino a la alusión presidencial- vino pocas horas después.

La respuesta de la Corte

“En un reciente documento publicado por el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, titulado ‘Administración de Justicia y Perspectiva de Género’, en su página 10 consta que ‘desde el año 2010, la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia de la Nación dicta en todo el país el Taller de Perspectiva de Género. Las Oficinas de la Mujer y de Género provinciales han implementado también sus propios planes de capacitación, ajustados a las realidades locales'», contestó la Corte a través de un comunicado difundido por la presidencia del tribunal y que lleva el sello de la jueza Elena Highton, a cargo de la temática en la máxima instancia del Poder Judicial.

Sabida es la relación de la única mujer que tiene voz y voto en los fallos de la Corte, Highton, con Alberto Fernández. ¿Sabía este que ella reaccionaría inmediatamente a defender su histórico trabajo en la materia en el alto tribunal? Sabida es la relación también de otro cortesano, Ricardo Lorenzetti, con un medio que le dio generoso espacio al entredicho. Todo el asunto pareció de más. Como innecesario. Pero no quedó ahí. Más tarde lo entrevistaron a Fernández en directo por Radio 10 y volvió a aludir a Rosenkrantz. Fue en Secreto de sumario, un programa especializado en temas judiciales y conducido por el colega Darío Villarruel.

Cuando la verdad es incompleta y afloran los nervios

«¿Cuál es la disyuntiva que tiene el presidente de la Corte? ¿Qué es lo que está buscando? Yo me lo pregunto porque realmente cualquiera que ha estudiado derecho, aunque se haya recibido con un montón de cuatros, sabe que esto es un escándalo políti… es un escándalo jurídico«, dijo Fernández, gaffe final incluida, en alusión al acuerdo convocado por Rosenkrantz para debatir de modo extraordinario con sus pares la cuestión de los traslados anulados por su gobierno.

Lo que omitió decir el Presidente es que «el escándalo» incluye también a su vicepresidenta, ya que él debió anular ahora también el traslado de Bertuzzi de un tribunal de La Plata a uno de Comodoro Py que había sido dispuesto por ella durante su gobierno, por decreto y sin acuerdo del Senado, mucho tiempo antes de lo que dispuso luego el gobierno de Mauricio Macri al que cuestionó duramente.

«¿Qué pasaría si hoy para el juzgado de (Claudio) Bonadio, que está vacante, buscara un juez federal que me cae simpático y lo pongo en ese lugar? ¿Y qué pasaría si para las cuatro vacantes que hay en la Cámara Federal buscara a jueces que me caen simpáticos dentro de los tribunales federales y los hago camaristas por un decreto? ¿Qué pasaría si hiciera eso? ¿Qué pensaría la gente?», volvió a preguntarse Fernández en la charla en la que él era el entrevistado.

«Si fuera un escándalo, quiere decir que eso es lo que hicieron. Si yo quisiera aprovecharme de lo escandaloso que hicieron no estaría haciendo nada de lo que hice porque simplemente estaría invocando sus antecedentes para poder hacerlo. Tal como estaban las cosas yo legítimamente podría buscar un juez federal que me cayera simpático, esos a los que llaman jueces K, no sé si existen pero…«, añadió Fernández sin que se comprendiera por su risa el final de la frase en el audio de la entrevista.

Quizás la gaffe y la risa de Fernández en la entrevista radial, como así también la alusión al presidente de la Corte en un tema que supuestamente nada tenía que ver con el que agita hoy las aguas político-judiciales y por ahí hasta los metamensajes obedezcan a nervios e incomodidad por algo que él también como abogado sabe en el fondo endeble y la incógnita de lo que pueda llegar a hacer el máximo tribunal el martes tras lo que aquí se dio en llamar «el torbellino ¡Rosenkrantz!».